Curiosidades sobre los libros en la Edad Media

En la Edad Media, los libros eran objetos extremadamente valiosos, no solo por su contenido, sino también por la dificultad y el costo de su producción (hasta mediados del siglo XV no salió la imprenta de Gutenberg). Los libros estaban hechos a mano, página por página, y la encuadernación y decoración a menudo eran igual de elaboradas. Además, los libros eran raros, ya que solo un pequeño número de personas tenía acceso a ellos. En este artículo, exploraremos algunas curiosidades interesantes sobre los libros en la Edad Media.

Origen de los libros medievales

Los libros medievales nacieron por la evolución de los rollos de papiro que empleaban los antiguos egipcios. Los antiguos rollos pasaron a ser «libros rectangulares» de varias hojas cosidas al modo de las tablillas romanas unidas por anillas. Hacia el siglo II surgen entonces los códices en donde era muy fácil marcar la lectura, e incluso hacer notas.

El material del papiro se sustituyó hacia el siglo I d.C. por el pergamino, creado en la ciudad de Pérgamo.

El pergamino abarataba costes, permití escribir por las dos caras y se conservaba mucho mejor que el papiro.

Debido a que los libros eran escritos a mano en pergaminos, que eran pieles de animales tratadas para su uso como papel, los libros eran muy pesados. El pergamino era más resistente y duradero que el papel moderno, pero también era mucho más pesado. Los libros más grandes podían pesar hasta 30 kilos, lo que hacía que su transporte fuera muy difícil.

Monasterios medievales 

La mayoría del conocimiento en la Edad Media quedó recluido entre los muros de los monasterios. Los monjes eran quienes sabían leer y escribir, estudiaban latín y griego y los custodios de los libros. 

Los monjes se encargaban de seleccionar las obras que copiaban para que no se perdiera el conocimiento. Así los versos de Ovidio o de Homero no se perdieron. Parte fundamental de los monasterios era el llamado scriptoria, una especie de biblioteca-despacho-taller donde los hermanos con más pericia se encargaban de copiar lentamente y a la luz de las velas estos textos del griego y del latín. Las congregaciones más pudientes podían producir obras en serie mediante el método de un monje lector y varios que, al dictado, copiaban parsimoniosamente ese conocimiento artístico o científico.  

Las bibliotecas de los monasterios podían albergar cincuenta ejemplares y la de uno rico, con suerte y gracias a las donaciones de algún noble, podría hacer gala de 200 o 300 ejemplares.

Los libros y el latín

En la Edad Media, el latín era la lengua de la educación y la religión, y casi todos los libros se escribían en latín. Solo unos pocos eruditos y aristócratas podían leer y escribir en otras lenguas, como el francés o el inglés antiguo. Esto significaba que la mayoría de la población no podía leer los libros y dependía de los sacerdotes y de los clérigos para interpretarlos.

Ahorro de costes

Hacia el siglo VII, debido a la escasez de pergaminos y papiros, se comenzó a reutilizar el que estaba disponible, y por eso raspaban la tinta con piedra pómez y escribían de nuevo encima. Estos son los famosos palimpsestos que significa “grabado nuevamente”. Gracias a los palimpsestos se han conservado muchas obras «que se habían borrado». Las Instituciones del romano Gayo y el De re publica, de Cicerón, son ejemplos.

Lujo y prestigio

Debido a la gran cantidad de tiempo y trabajo necesarios para producir un libro, los libros eran objetos extremadamente caros y escasos en la Edad Media. Solo las personas más ricas y poderosas podían permitirse comprar libros. Los reyes y los nobles a menudo exhibían sus libros en salas de lectura y los mostraban a sus invitados como símbolo de su riqueza y cultura.

La mayoría de las personas nunca habían visto un libro en su vida. La producción de libros se limitaba a los monasterios y a los talleres de copia, y los libros eran principalmente de temas religiosos.

Debido a lo costoso de conseguir y producir pergamino, varios monasterios tuvieron sus propias fuentes de pergaminos.

Robos

Debido a su gran valor, los libros eran a menudo robados en la Edad Media. Los monasterios y las iglesias eran los principales objetivos de los ladrones de libros, ya que eran los lugares donde se encontraban la mayoría de los libros. Los ladrones a menudo intentaban vender los libros robados a coleccionistas adinerados o a otros monasterios.

Scriptorium, lugar de trabajo

Los copistas, los profesionales que se encargaban de replicar los libros, escribían apoyando las hojas sobre sus rodillas, no sobre las mesas. Los scriptoria se volvieron más comunes en los siglos XIV y XV. Lo hacían al aire libre, para aprovechar al máximo la luz solar. Evitaban las velas por razones obvias: para que no se quemaran los libros.

Se ha hablado mucho sobre la descripción física de un scriptorium, más allá de que servía para copiar libros. En las representaciones medievales que nos han llegado, existen muchos tipos.

Proceso editorial

Los copistas eran muy valorados por su habilidad para escribir con precisión y belleza. Además, a menudo eran artistas capaces de decorar e iluminar las páginas de los libros con bellas ilustraciones y letras ornamentadas. A pesar de que los copistas profesionales eran muy hábiles, a menudo cometían errores al copiar los libros a mano. Los errores más usuales eran las omisiones, las duplicaciones y las transposiciones de letras y palabras. Los copistas a menudo utilizaban abreviaturas para acelerar el proceso de copia, lo que también podía llevar a errores si las abreviaturas no eran claras.

Una de las características más reseñables de los libros medievales son las miniaturas, una manifestación pictórica notable. Se llaman así porque se pintaban con el minio, un pigmento rojo muy utilizado en la época. Los especialistas miniaban los libros.

También tenemos a los encuadernadores y a los revisores, entre otros ejemplos. Como sucede ahora para editar un libro que pasa por muchas manos.

Las universidades, demandantes de libros

El surgimiento de las universidades, en los siglos XII y XIII, provoca la creación de un nuevo mercado: los estudiantes de las universidades necesitaban libros de texto. Se crearon talleres dedicados a hacer libros que eran laicos y sin letras capitales o miniaturas para copiar más rápidamente los libros. Los libros ya no estaban solo en monasterios o palacios, sino también en las casas.

Caligrafía y modas

La masificación del libro produjo un cambio en la manera de escribir. Se introdujo así la letra gótica, que reemplazó a la escritura carolina o carolingia con formas redondeadas. Los textos, a partir de entonces, empleaban signos de puntuación, se separaban de forma más eficiente las palabras y se adoptaban dos columnas de texto en cada página.

El siglo XVI provocó lo contrario: no entendían la letra gótica y se pretendió volver a la carolina. La letra carolina sue la elegida para imprimir los primeros libros y es la base de las letras actuales.

El papel en Europa y la invención de la imprenta trajeron consigo que se siguiera copiando más libros medievales.

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